¿Qué te hizo querer ser escritora?
Desde pequeña me gustó leer, lo que fuera, desde la parte de atrás de la caja de cereal, hasta el Selecciones Reader’s Digest que leían en casa de mis abuelos maternos, o las novelitas rosas que leía mi abuela paterna. A los 12 años, cuando entré a la secundaria, comencé a escribir un diario en el que contaba los momentos buenos y malos de mi día. Creo que empezó como desahogo, pero ahí me di cuenta de cuánto disfrutaba escribir.
¿Cuál es tu color favorito?
Depende de la circunstancia... Negro para vestir, aunque técnicamente no sea un color sino la ausencia de éste. Rojo para las uñas o la ficha de los juegos de mesa. Rosa o morado, para las flores. Verde, en general.
¿Dónde escribes normalmente?
Acondicioné lo que era la lavandería de mi casa para que fuera mi estudio. Es un espacio que he decorado con objetos que me dan alegría o representan un momento lindo: fotografías, postales, souvenirs, dibujos que me han regalado, stickers o frases que me inspiran. Es el único sitio en el que decido totalmente cómo se ve. Algunas ideas las escribo en papel, pero la mayoría del trabajo lo hago en la computadora.
¿A qué edad supiste que querías ser escritora?
Cuando estaba en los últimos años de la universidad entré a un taller de creación literaria y me encantó. En ese momento pensé que era imposible cambiar de carrera. Años más tarde, cuando nació mi hija, decidí no volver a un trabajo de oficina e intentar publicar un libro.
¿Qué haces cuando tienes un bloqueo creativo?
Salgo a caminar, escucho música, veo películas, visito museos o converso con distintas personas. Cada una de esas cosas me ayudan a generar nuevas ideas. Aunque no dejo de escribir, aunque después no me guste y lo borre, sigo intentando. Es muy importante ver mis ideas convertidas en palabras, es la única forma en que logro ser objetiva y decidir si funciona o no.
¿Alguno de tus personajes está basado en ti misma?
Casi todos los personajes principales tienen rasgos o elementos que se basan en experiencias o características mías. Pero intento perfilarlos para que sean autónomos, así como adaptarlos en su edad, género y contexto. Esto es fundamental para que generen una personalidad propia.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere ser escritor(a)?
Leer y escribir. Es cierto que el arte necesita inspiración, pero en mi experiencia hace falta, sobre todo, mucha disciplina, constancia y determinación. Pienso que escribir es como cualquier deporte: entre más lo practicas, mejor juegas; y entre más analizas cómo juegan las o los profesionales, más defines y aprendes cómo quieres jugar.
Tus novelas hablan del amor, ¿por qué te gusta tocar ese tema?
Creo que el amor es de los sentimientos más intensos y maravillosos, aunque también trágicos. Es algo que todos lo hemos sentido alguna vez y me parece fascinante describirlo. Me encanta tratar el amor romántico, pero también sobre otros tipos, como el amor a una ciudad, a una vocación, a un cuadro, a los padres, o a una compañera(o) o una amiga(o).
¿Cuánto te tardas en escribir un libro?
Depende. Hay algunos, como Mi dinosaurio favorito, que me tarde varios años en definir los elementos del cuento y a los dinosaurios. Pero cuando al fin los descifré, lo escribí en unas semanas.
Las novelas, en cambio, me he tardado entre diez meses a dos años.
¿Quién te ha motivado a escribir?
Muchas personas. Los primeros han sido mi papá y mi mamá que siempre me echaron porras. Luego Carlos, Iñaqui y Maricarmen, quienes me enseñaron, guiaron y destacaron mis virtudes como escritora en los talleres de creación literaria. Más adelante, cuando comencé a enseñar lo que escribía, mi círculo cercano. Sus aplausos y palabras de aliento fueron fundamentales para darme seguridad. Ahora, ya sea en las redes o en los colegios que visito, uno de los mejores regalos es cuando me dicen que les ha gustado alguno de mis libros.